Deportesprincipal

Hasta siempre “O’Rei”; falleció Pelé

Hugo Martínez Zapata

Recuerdo que cuando yo tenía 10 años la Copa del Mundo se jugó en México, por primera vez en nuestro país, y luego de la eliminación de la Selección Mexicana, adoptamos como nuestra selección a la de Brasil, que contaba con grandes jugadores como Tostao, Jairzinho y Rivelino, y entre ellos el O’Rei Pelé, quien este jueves 29 de diciembre de 2022 falleció a la edad de 82 años.

Pelé sin duda se ganó el corazón de todos los mexicanos, por su carisma, calidad y su excelso futbol, que nos dejó a todos maravillados al verlo jugar en nuestro país, primero en el estadio Jalisco y en la final en el estadio Azteca, cuando Brasil ganó para siempre la Copa Jules Rimet y se convirtió en el único jugador en ganar tres títulos mundiales, a los 29 años.

Símbolo del “jogo bonito” brasileño, único futbolista que ganó tres copas del Mundo con la selección de su país y considerado por muchos el mejor jugador de la historia, la muerte de Pelé a los 82 años tras luchar contra un cáncer de colon se anunció ayer. Se trata de una de las mayores pérdidas sufridas jamás por el deporte más popular del planeta.

Desde que deslumbró a todos en el Mundial de Suecia 1958 con apenas 17 años, Pelé se transformó en ícono de la magia y el alcance global del fútbol, y se mantuvo así hasta sus últimos días, aunque su vida tampoco estuvo exenta de polémicas.

«A veces bromeo que sólo me faltó ir a la Luna, me faltó jugar en la Luna», dijo en un mensaje para recordar los 50 años de la Copa del Mundo de México 1970, la última que disputó y alzó con la camiseta 10 de Brasil.

Edson Arantes do Nascimento, Pelé, nació en 1940 en la localidad brasileña de Três Corações, en el estado de Minas Gerais, parecía jugar al futbol sin respetar las leyes de gravedad.

Con las mismas piernas derecha e izquierda con que sacaba indistintamente potentes remates al arco, podía dar sutiles toques al balón, pasándolo sobre la cabeza de sus marcadores.

Su «gol de los cuatro sombreros» de 1959 con el club brasileño Santos, donde jugó casi toda su carrera, es considerado uno de los más bonitos que anotó, salteando a cuatro rivales con apenas 19 años.

Así como podía avanzar en velocidad con el balón pegado a sus pies, dando regates, se despegaba del suelo con saltos asombrosos para cabecear en el área rival, como lo hizo en la final de 1970, al marcar el primer gol frente a Italia para un Brasil plagado de otras estrellas cono Jairzinho y Rivelino.

Sin embargo, Pelé solía decir que su padre, João Ramos do Nascimento, tenía un récord que él nunca alcanzó de cinco goles de cabeza en un partido, antes de una lesión de rodilla que agravó las dificultades económicas de su familia.

Pelé pasó de jugar de niño con balones hechos de calcetines en la localidad de Baurú, a debutar en el Santos a la edad de 15 años. Marcó un gol en ese primer juego y más tarde también alcanzó la gloria con ese club que representó hasta 1974: dos copas Libertadores, dos Intercontinentales, cinco copas Brasil, una decena de campeonatos paulistas.

Que pudiera jugar tantos años en Santos sin ser transferido a Europa fue en buena parte porque el gobierno brasileño lo declaró tesoro nacional y el propio club organizó partidos de exhibición en diferentes países.

Un año después de anunciar su retiro, en 1975 pasó al New York Cosmos con un contrato millonario y contribuyó a promover el fútbol en Estados Unidos. Su último partido fue un amistoso entre ese club y Santos, en octubre de 1977.

A lo largo de su carrera, Pelé anotó 1,283 goles, 767 de ellos en partidos oficiales según la RSSSF, que reúne estadísticas de fútbol. Tuvo un promedio de 0,9 gol por juego, algo extraordinario hasta hoy.

Además de su destreza física y calidad técnica, Pelé destacó por su visión de campo y capacidad para anticiparse a las acciones de sus rivales.

Es cierto que el fútbol de aquellos años era muy diferente al actual. Se jugaba a un ritmo más lento, con menor intensidad y más espacio para los creadores como Pelé. Pero en esos tiempos los futbolistas profesionales enfrentaban retos peculiares.

Los campos de juego eran más irregulares, la preparación física era menos desarrollada y los defensas más rudos: a veces se lanzaban directamente a «sacar» del partido a sus rivales más habilidosos, como hicieron con Pelé en el Mundial de Inglaterra 1966, el único que O Rei disputó sin ganar.

En cambio, conquistó las copas del ’58, ’62 y ’70, cumpliendo con creces la promesa de ganar un Mundial que dijo haberle hecho a su padre siendo niño, al verlo llorar por primera vez junto a la radio por la derrota de Brasil frente a Uruguay en la final de 1950 en el estadio Maracaná. De su mano, Brasil se sacudió complejos y fue una superpotencia futbolística mundial.

Con el paso de un deportista tan sensacional como Pelé, es natural que los aficionados se pregunten si ha sido el mejor de todos los tiempos: es una forma de cuestionarse también, con cierta nostalgia, si volveremos a ver otro igual.

En el caso de Pelé, una comparación habitual es con Diego Maradona. Cuando la FIFA decidió elegir en el año 2000 al mejor futbolista del siglo XX, el argentino ganó una votación por internet pero el brasileño fue escogido por un jurado de expertos. Finalmente, la distinción fue para ambos.

Pelé también fue nombrado «Atleta del siglo» por el Comité Olímpico Internacional en 1999, pese a que nunca compitió en los juegos porque los futbolistas profesionales estaban impedidos de hacerlo.

Como jugador adquirió tal renombre internacional que durante una gira africana del Santos en 1969 hubo un alto el fuego en la guerra civil de Nigeria para que pudiera jugar un partido con el Santos, según se ha reportado aunque sin evidencia material.

Su fama sólo creció tras la Copa del Mundo del ’70, el primer Mundial retransmitido en color por la televisión.

Pelé fue menos controvertido que Maradona, aunque sus críticos dentro de Brasil le achacaron faltas en el ámbito público y en su vida privada, sobre todo después que se retirara del fútbol pero se mantuviera activo en los negocios asociados a ese deporte.

Su figura fue estampada en millones de tarjetas de crédito MasterCard alrededor del mundo, firmó contratos con multinacionales como Coca-Cola y hasta hizo publicidad de Viagra (aunque aclaró que no necesitaba tomarlo).