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No endeudar al país, promesa incumplida de AMLO

El excandidato a la presidencia de México por el Partido Acción Nacional (PAN), Ricardo Anaya, criticó las acciones que la administración de Andrés Manuel López Obrador ha tomado para estabilizar la economía del país, al señalar que con los intereses que la actual administración tiene que pagar por la deuda pública se podrían comprar 366 aviones presidenciales.

“Que se oiga bien y que se oiga lejos: tampoco vamos a endeudar al país”, fueron las palabras que Andrés Manuel López Obrador pronunció durante su toma de protesta como presidente de México en el año 2018, no obstante, a cuatro años del inicio de su administración dicha premisa se suma a la lista de promesas que la autodenominada Cuarta Transformación aún no ha podido cumplir, señaló el panista en su columna semanal.

Expuso que en lo que va de la administración de Andrés Manuel López Obrador, la deuda pública aumentó dos billones de pesos pues, de acuerdo con datos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) el saldo histórico de los requerimientos financieros del sector público era de 10.5 billones en 2018, en tanto que hasta junio de este 2022 aumentó a 12.4 billones de pesos.

Detalló que la mayoría de los ingresos del Gobierno de México provienen de los impuestos que día con día la ciudadanía paga.

Señaló que cuando los recursos son insuficientes, tanto las familias mexicanas como el mismo gobierno se ven en la necesidad de pedir préstamos y adjudicarse deudas para poder cubrir sus respectivas necesidades, pero ¿Qué pasa si la deuda aumenta?

“Cuando a una familia no le alcanza para la renta, comida, medicinas, gas, luz tiene que endeudarse; y en un gobierno pasa lo mismo: si gasta más allá de sus ingresos, pues entonces se tiene que endeudar. Ahora, si la deuda aumenta, pues los pagos que tienes que hacer también aumentan y tú sabes que llega un momento en que la deuda ya no baja porque solo te alcanza para pagar los puros intereses”, expuso el excandidato a la presidencia de México.

De esa forma, Anaya criticó los estratosféricos intereses que el Gobierno de México ahora tiene que pagar tras el aumento de dos billones de pesos de la deuda pública pues aseguró que lo que se conoce como el famoso “Costo financiero de la deuda” será pagado con los impuestos de la ciudadanía y tendrá un precio aproximado de un billón de pesos.

“Si seguimos a este paso, el país va a acabar en la ruina”, advirtió, al tiempo que señaló que dicha cantidad de dinero equivale a comprar 366 aviones presidenciales, aquella aeronave que Andrés Manuel López Obrador prometió vender o rifar para presuntamente ahorrar muchísimo dinero.

Otra de las afectaciones que el aumento de la deuda pública traerá al país, de acuerdo con lo expuesto por el panista es que la autodenominada Cuarta Transformación está alejando la inversión extranjera al gastar una gran cantidad de recursos económicos en proyectos que él mismo calificó como faraónicos, tal es el caso de la Refinería Dos Bocas.

“El gobierno de López Obrador está gastando en una bola de locuras, como por ejemplo una absurda refinería que nunca va a lograr recuperar lo que costó porque es una pésima idea. Y claro, entre más te endeudas, pues menos te quieren prestar”, reprochó.

Explicó por qué el aumento de la deuda pública repercute directamente en el bolsillo de las familias mexicanas.

El aumento en la tasa de interés del Banco de México (Banxico) actualmente es la más alta registrada en 13 años lo que repercute directamente en los intereses que la sociedad mexicana tiene que pagar por las deudas que tiene, ya sea con alguna tarjeta de crédito o hipoteca.

“El punto es que el gobierno está endeudando de más y está malgastando tu dinero. Que nos están mintiendo y que nos van a llevar a la ruina”, aseguró.

Ante ello, ropuso partir de la situación real del país para “destinar los recursos reales a las prioridades reales”, es decir, dejar de gastar en obras faraónicas para invertir mejor en salud, educación, infraestructura y en apoyar a quienes más lo necesitan.

Finalmente, instó a encaminar al país hacia la prosperidad con una política racional, no de ocurrencias, con un gasto público que aliente la inversión privada en vez de ahuyentarla para que, a su vez, exista un crecimiento y trabajo bien pagado para las y los mexicanos.