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La importancia de celebrar a la niñez

Nelson Vargas

Me sorprendió que este año en México, el Día del Niño —-celebrado el 30 de abril- no haya tenido mayor resonancia a nivel nacional. En las escuelas, claro, se sigue festejando con alegría: los niños de kínder, primaria y secundaria disfrutan de festivales organizados especialmente para ellos.

Sin embargo, fuera del ámbito escolar, el ambiente fue distinto. Se percibió una notoria ausencia de actividades públicas, culturales o gubernamentales para conmemorar una fecha tan significativa.

¿O acaso será que como los niños no votan, el Día del Niño no se celebra como el Día de la Madre o hasta el Día del Padre por parte de las autoridades del gobierno? Parece algo muy extremo, pero no sorprendería que así fuera.

Desde hace años, en nuestra empresa le damos gran importancia al Día del Niño. Durante cinco días consecutivos entregamos paquetes con dulces y juguetes a todos los pequeños que asisten a nuestras escuelas acuáticas. ¿Por qué cinco días? Porque muchos niños acuden uno, dos o tres días por semana, y queremos asegurarnos de que todos reciban su celebración y motivación.

Este sábado concluimos nuestra semana de festejos, en la que además de los regalos, organizamos festivales acuáticos que no solo divierten, sino que refuerzan su interés por la natación y la actividad física. Un punto que me llena de orgullo es nuestro programa altruista: más de 600 niños de casas hogar asisten cada sábado a nuestras sucursales. Les proporcionamos transporte, materiales para su práctica (como traje de baño, gorra y goggles), y al final de su clase les ofrecemos un lunch antes de llevarlos de regreso. Ver la felicidad en sus rostros es profundamente satisfactorio para todos los que formamos parte de este proyecto.

Por eso me preocupa la escasa visibilidad del Día del Niño a nivel gubernamental. Es como si hubiera pasado desapercibido. Y me pregunto: ¿cómo hemos llegado a esto? Probablemente, uno de los factores principales sea el problema de seguridad. Antes de los años sesenta, era común ver parques y jardines llenos de familias celebrando este día. Nunca olvidaré cómo, en Mérida, Yucatán, el entonces gobernador Víctor Cervera Pacheco organizaba grandes festejos que unían a toda la comunidad para homenajear a la infancia. Era un ambiente de alegría y reconocimiento a los más pequeños.

Hoy, echo de menos esas iniciativas. Se mencionó algo del «Zocalito de las Infancias», lo cual es bueno, pero la repercusión fue mínima. No basta con un solo acto simbólico; necesitamos que la niñez sea reconocida y celebrada con acciones visibles y constantes.

La infancia es lo más valioso que tiene un país. Los niños representan el futuro, y su bienestar debería estar en el centro de nuestras políticas, nuestros valores y nuestras celebraciones. Es urgente devolverle al Día del Niño la relevancia que merece. Y no solo un día, sino todos los días.

Por eso es que sería fundamental que las autoridades federales, estatales y municipales retomen el compromiso de conmemorar el Día del Niño con actividades significativas, accesibles y seguras para todos. Más allá de festivales escolares, es importante organizar eventos culturales, recreativos y educativos en espacios públicos, así como fortalecer programas sociales que apoyen a la niñez vulnerable. Celebrar a los niños no debe ser un gesto simbólico, sino una acción coherente con la prioridad que deberían tener en la agenda nacional, para que los niños se sientan valorados y protegidos por todos nosotros.