Opinión

Doble golpe a los trabajadores desde el Senado

*El caso de la desaparición de los fideicomisos irá a los tribunales

*Gómez Urrutia vuelve por más cuotas, a través de la “Ley Napito”

Resulta curioso que los legisladores, quienes acatan las órdenes que les mandan desde Palacio Nacional, no cumplan con una de sus principales funciones, que es velar por los intereses de los ciudadanos, lo que deberían aplicar y cumplir como un Poder independiente y no sometido a los caprichos de quien los arrea todos los días y les impone las decisiones que deben tomar, a pesar del perjuicio que le causen a quienes los eligieron.

Para ese grupo de legisladores, quienes se dicen demócratas y de izquierda (sólo para presumir de lo que no son), aprovechan el conflicto que se armó por la eliminación de los 13 fideicomisos de Poder Judicial, para darle un golpe más al pueblo trabajador, en busca de seguir viviendo del dinero de los ciudadanos, y ayer en medio de la disputa por evitar la desaparición de esos fideicomisos, los senadores, encabezados por el nefasto Napoleón Gómez Urrutia, para aprobar la “Ley Napito”.

Fue un doble golpe a los ciudadanos, que con su esfuerzo diario otorgan parte de su salario para que la élite de los legisladores siga viviendo del presupuesto y además obtengan otros beneficios económicos, a través de cuotas sindicales.

En el caso de los 13 fideicomisos, el Senado ya aprobó su desaparición y deberán pasar 120 días, para que se lleve a cabo, tiempo en el cual los trabajadores del Poder Judicial seguirán en su lucha, por lo que seguirán en paro de labores hasta el 29 del presenta, para exigir que no se les quiten los beneficios que han adquirido a través de los años, por su trabajo, que por un capricho y venganza del Presidente, se los quieren arrebatar. No para usarlos como él asegura para beneficio del llamado Pueblo Bueno, sino para utilizarlo para las campañas del próximo año, para darle más presupuesto a los militares (con quienes está vendido y lo tiene doblegado) y para sus faraónicas obras, que de entrada no serán rentables y que deberán pasar más de 10 años para que puedan ser al menos autosuficientes en sus gastos.

En este caso serán los Legisladores de la oposición y algunos de los trabajadores del Poder Judicial, quienes inicien un proceso para que se establezca que es inconstitucional la desaparición de los fideicomisos, como ayer varios senadores lo demostraron, entre ellos los morenistas Olga Sánchez Cordero y Alejandro Rojas Díaz Durán.

Pero el chapulín y senador Napoleón Gómez Urrutia aprovechó para que se aprobara la reforma a la Ley del Trabajo, para asegurar el financiamiento de las organizaciones sindicales, por lo que de forma directa le descuente de su salarios las cuotas sindicales a los trabajadores, que esté afiliados a alguna de estas organizaciones.

Gómez Urrutia, actual líder del Sindicato de Mineros, quiere volver a recibir esas cuotas, para seguir incrementando su fortuna, la cual obtuvo como Secretario General de esa central obrera y debido a acusaciones por desvío de fondos por 55 millones de dólares, por lo que huyó del país en 2007.

Pero gracias al manto sagrado del Presidente, este nefasto líder sindical fue redimido, por lo que regresó al país, sigue manejando al Sindicato Minero, no ha pagado los 55 millones de dólares que debe, pero ahora con la aprobación de la “Ley Napito”, se asegura más recursos para su futuro y de sus descendientes.

Hay que recordar que la reforma a la Ley del Trabajo del 2019, aprobada en su mayoría por Morena, que daba “libertad” a los trabajadores para que decidir si pagaban o no dichas cuotas. Pero eso ya no es admisible, porque dice Gómez Urrutia que si un trabajador “quiere formar parte de una organización que lo proteja, por supuesto que tienen que cumplir con lo establecido en los estatutos”, estos es que paguen para que el líder disfrute su dinero y ellos del abrazo de su amado líder. Hay quien dira: “No es mentira, pero le exageran…”.

AL VUELO. La oposición o mejor conocida como el Frente Amplio por México está tardando en definir a sus candidatos a las 8 Gobernaturas y a la de la CDMX, en especial en esta última, para la cual ya debería haber candidatos de los tres partidos y un par más de la Sociedad Civil, en busca de recuperar la capital, durante más de 20 años ha sufrido un deterioro increíble, por los perredistas y ahora morenistas que la han gobernado.

Es cierto que Omar García Hartfuch y Clara Brugada tiene un gran apoyo, el primero entre las damas (como le sucedió en la elección del 2012 a Enrique Peña Nieto), y la segunda con un amplio sector de Iztapalapa, pero hay miles más de capitalinos que a ninguno de los dos los ve como una buena opción y si no que les pregunten a quienes usan el Metro o cualquier otro transporte público de la CDMX; a quienes tienen que hacer algún trámite en la oficinas del Gobierno de la Ciudad de México; a quienes después de las 8 de la noche salen con temor a las calles o tienen miedo de que sus hijos vayan a sufrir algún accidente, robo o secuestro.

Esas situaciones cotidianas que sufren los capitalinos, y que ni Hartfuch ni Brugada van a solucionar, pero la oposición ya debe mostrar a sus candidatos, para conocer a quién se le puede pedir un cambio, no de partido sino de la cotidianidad, que golpea todos los días a los habitantes de la CDMX.