Chavela Vargas, a diez años de su adiós
Hace una década que la música ranchera se quedó sin Chavela Vargas, una de sus más grandes exponentes.
La mujer dedicada en cuerpo y alma a su pasión, nacida en Costa Rica, pero que se hizo mexicana por elección y cuyo legado es continuado por sus amigos y músicos Los Macorinos.
«Ella tenía una personalidad firme, su lado personal cotidiano también estaba involucrado en su profesión como cantante, ella era muy responsable. En casi diez años no fallamos ni a medio recital, eso demarca que había una contracción al estudio, al trabajo, a la profesión, irrenunciable», dice Juan Carlos Allende de Los Macorinos.
Aunque nacida en San Joaquín, Costa Rica el 17 de abril de 1919, María Isabel Anita Carmen de Jesús, conocida como Chavela Vargas se asumía mexicana, país al que llegó con 17 años, después de haber sufrido una triste infancia.
Su famosa frase: «Las mexicanas nacemos donde se nos da la gana», ha quedado en la memoria de sus seguidores y enmarcan la personalidad decidida que la caracterizaba.
«Ella tenía un humor muy fino, un humor respetuoso, nunca iba a estar con majaderías, no era necesario, nos podíamos divertir con un gran nivel», considera Allende, quien estuvo cerca de ella en los últimos diez años de vida de la cantante, pese a que en el imaginario colectivo se la recuerda como una mujer de carácter difícil.
Con 30 años y apadrinada por «El Rey» de la música ranchera, José Alfredo Jiménez, Chavela conoce la fama después de enfrentarse a un público machista que la tildaba de «machorra».
Su entorno estaba conformado por personalidades como Frida Kahlo, Diego Rivera, Eva Gardner o el poeta Pablo Neruda.
Chavela usaba pistola, vestía como hombre, bebía demasiado y fumaba tabaco.
Su orientación sexual escandalizó al mundo y no fue hasta los 80 años que abiertamente dijo que era lesbiana.
Su desaparición de los escenarios por su adicción al alcohol, su volcánica personalidad, sumado a su interpretación única de la música mexicana, fueron delineando su leyenda que perdura a una década de su ausencia.
«Cuesta decir que se nos murió, el legado que deja Chavelita, su paso por este planeta, no fue solo físico. Su inspiración, su interpretación a través de la música nos proporcionó momentos muy agradables y es la herencia que ella dejó», comenta Juan Carlos Allende.
El mundo alaba la calidad interpretativa de la cantante de canciones como «Las simples cosas», «Mundo raro» o «La llorona», pero Allende, que también ha trabajado con personalidades como Vicente Fernández, celebra su dicción.
«Nunca escuché decir a nadie que una de las grandes habilidades de Chavelita era su dicción», menciona.
«Cada palabra que articulaba Chavela tenía mucho peso y mucho énfasis y era por la dicción. Hay muy pocos cantantes en el mundo que tienen esa habilidad para expresarse musicalmente con una claridad y un peso emocional sobresaliente», dice Allende.
Sobre qué considera que tiene que aprender el pueblo mexicano de esta mujer, Allende dice decidido: «Nada».
«El pueblo mexicano es valiente, es un pueblo tenaz, así era Chavela, valiente trabajadora, responsable, no tienen que aprenderle nada porque ya lo traen, es un pueblo valiente trabajador y valioso», considera.